La pandemia del COVID-19 generó un impacto económico a nivel global que no tiene precedentes históricos. Sin embargo, la intensidad del impacto económico estuvo relacionado a la intensidad del impacto sanitario. Las regiones que sufrieron mayor número de contagios (como Europa, América del Norte y América Latina) fueron los que tuvieron recesiones más profundas, en tanto las regiones que tuvieron una mejor performance sanitaria (países asiáticos) tuvieron un menor impacto económico.
La esperanza para terminar con la pandemia está depositada en la vacunación. Sin embargo, los problemas de producción están generando dificultades en el abastecimiento. Por lo tanto, su acceso está siendo bastante inequitativo a través de los países, llegando primero a los países de altos ingresos y, en menor medida, a los más urgidos por tener elevado número de contagios. En cambio, los países de bajos ingresos y los que tienen bajo nivel de contagios (incluso con el riesgo latente de tenerlos en el futuro) tendrán que esperar más para acceder, más allá del cupo que les corresponda del fondo COVAX (alianza público-privada administrada por la OMS para hacer llegar de forma equitativa las vacunas).
Como contrapartida a lo ocurrido en 2020, la rápida llegada de las vacunas a los países que más sufrieron el primer año de la pandemia puede significarles una más rápida recuperación económica durante 2021. Esto se debe a que una vacunación más veloz les reduce el riesgo de tener que tomar medidas de confinamiento, mientras los países que hoy tienen bajo nivel de contagios permanecen con ese riesgo latente.
Fuente: Instituto de Estrategia Internacional de la CERA