Desde el 20 de julio comenzó a observarse un rebrote de casos de COVID-19 en China. Si bien aún no ha tenido mayores consecuencias sanitarias (los reportes de la última semana indican sólo 100 contagios diarios en promedio), las autoridades han tomado estrictas medidas de distanciamiento social para evitar la propagación de la enfermedad, que actualmente circula bajo la variante delta. Estas medidas afectan principalmente a los sectores del turismo, el transporte y otros servicios.
Uno de los casos positivos fue detectado en la terminal de contenedores de Meidong en el puerto de Ningbo (tercer puerto más importante del mundo en términos de envíos), por lo que suspendieron todas las operaciones de esa terminal y se limitaron la cantidad de personas y cargas en otras terminales del puerto. Muchos buques que debían operar en este puerto decidieron saltearlo o desviar su operación a Shanghái, que actualmente opera con la mayor congestión en al menos 3 años.
La situación actual amenaza con agravar el problema de elevadas tarifas de contenedores. De acuerdo con el índice global de contenedores Drewry, actualmente el costo de los contenedores lleva 17 semanas consecutivas de incremento, alcanzando un valor entre 5 y 6 veces superior a la pre-pandemia.
Fuente: Instituto de Estrategia Internacional de la CERA